viernes, 17 de julio de 2009

Bendito sea el torneo con el que soñamos, bendito cada nombre que a sido designado. Benditos los pibes que siempre sacamos. El peso de la historia, el respeto ganado. Malditos sean los recuerdos dolorosos. Maldita la impotencia y la injusticia que vivimos. El volvernos a casa cada uno por su lado. Las finales sin jugar, y quedar en el camino. Bendita la anestecia en general a los dolores las triztesas que curamos con abrazos. Las gargantas que se rompen con los goles. El sentirnos los mejores por un rato. Malditos los sorteos y los grupos de la muerte. Los controles sin azar que asignaron nuestra suerte. Malditos los mesquinos que juegan sin poesía. Los que pegan, los que envidian, los que rompen y lastiman. Bendito sea el orgullo con que entramos a la cancha. El potrero y la pelota no se manchan. La TV que repite la gambeta. Inflar las redes de los otros, inflar el pecho de los nuestros, merecer la camiseta. Los turistas, los cronistas, los sponsor, los amigos, el Himno. Las mujeres siguiendo los partidos. Benditas las cávalas que dan resultado. Las risas y el llanto que guardaremos tanto. Y bendito ese momento que nos regala el Fútbol. De poder cambiar nuestro destino y sentir otra vez frente al mundo, lo glorioso, lo groso.

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